Joaquín Lizarraga nació en Elcano, en el Valle de Egüés, en 1748, y ejerció de párroco del lugar hasta su muerte en 1835. Fue el único autor que en aquella época escribió en euskera en Navarra.
El euskera que empleó fue el altonavarro meridional, y hoy en día perdura como uno de los escasos testimonios de dicha variedad dialectal, la cual fue la más extendida en todo el país. Históricamente tiene la importancia de que era el dialecto que se hablaba en la cuenca de Pamplona (1).
Sin duda alguna, se encuentra entre los autores euskéricos más prolíficos. Escribió unos cinco mil folios, y L. Villasante afirmó acerca de él que “Impresiona verdaderamente la producción de este autor por su magnitud y copia”, según recoge Juan Apecechea.
Durante mucho tiempo no se ha apreciado suficientemente su obra, por desconocimiento y por su empleo de numerosas palabras del castellano y del latín. Sin embargo, utiliza un lenguaje de gran riqueza en léxico, verbos y fraseología, y Azkue y L. L. Bonaparte hicieron un amplio uso de su obra para sus investigaciones.